Dénia
Como si respondiera a un llamado antiguo, Diana regresó. Es una tortuga boba (Caretta caretta), marcada por la memoria del mar, que ya visitó la costa de Dénia hace dos veranos. Y esta madrugada volvió, con la luna por testigo y la arena como refugio, para entregar al mundo una nueva promesa de vida.
El aviso llegó a las 00:00 horas al 112. Quien lo dio fue una pareja de Valencia que, por esas coincidencias que parecen guiadas por el destino, también detectó una puesta el año anterior. El técnico del Servicio Ambiental y Marino del Ayuntamiento de Dénia, Toni Martínez, fue el primero en acudir. Al llegar, la naturaleza ya había empezado su ceremonia.


Diana completó su puesta y, tras ello, fue protegida y estabilizada hasta la llegada de los equipos científicos de la Universidad Politécnica de Valencia, la Universidad de Valencia y el Oceanogràfic, que realizaron el marcado satelital para seguir sus futuras travesías.
En total, 116 huevos quedaron sembrados bajo la arena. 12 fueron trasladados al Oceanogràfic para garantizar su desarrollo en condiciones seguras, y los 104 restantes fueron reubicados cuidadosamente en la playa de los Albaranes, donde comenzará su historia.


Que una misma tortuga regrese una y otra vez al mismo rincón del Mediterráneo no es casualidad. Es una señal, quizá una forma de decirnos que este litoral de la Marina Alta tiene algo sagrado, algo que la vida reconoce como hogar.

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