Los datos de ahogamientos hasta la fecha hablan de un verano especialmente complicado pues de entrada, en el mes de junio, un total de 19 personas fallecieron por ahogamiento en zonas de baño antes de la llegada de los servicios de emergencia en la Comunitat Valenciana y en el mes de julio, han sido al menos 22 personas las que perdieron la vida en estas circunstancias, la cifra más elevada de todo el país. Unas cifras que no son oficiales, porque no existe un organismo oficial para ello, y que suelen llegar mal y tarde porque no se trabaja con tiempo para crear planes de prevención. Es la principal reivindicación de Salvador Perelló, director de formación de la Federación de Salvamento y Socorrismo de la CV, que denuncia la falta de una política desde la administración para prevenir esos ahogamientos.
Y es que o existe ningún decreto que regule la seguridad humana en los lugares de baño de las de las playas. Se publicó un decreto hace ya casi 5 años, pero está vacío de contenido. El objetivo de ese decreto era de alguna manera unificar el trabajo en las playas valencianas, porque ahora mismo es cada ayuntamiento quien decide cuándo empieza la temporada de verano, con qué efectivos cuenta y qué playas vigila.
Trabajar con una Plan de prevención y de seguridad de socorrismo, como se hace con tráfico, por ejemplo, ayudaría a formar a la población y se podrían evitar muchas muertes.
El responsable de la Federación de Socorrismo y Salvamento de la Comunitat Valenciana recomienda bañarse siempre en playas donde haya servicio de salvamento y en el horario en el que están los socorristas.
Además, en caso de ser arrastrados por una corriente de agua en el mar, afirma que lo primero es mantener la calma «porque todas las personas somos capaces de flotar si estamos relajados y mantenemos la calma. Si entramos en pánico estamos perdidos porque nos cuesta mucho flotar».
Eso en el mar, pero en las piscinas lamentablemente también tenemos que lamentar ahogamientos, sobre todo de niños muy pequeños que todavía no saben nadar y en piscinas particulares, sin socorristas.
Perelló recuerda que en la mayoría de los casos se trata de descuidos al no tener la piscina vallada en los entornos privados y reclama que debería estar regulado y que fuera obligatorio pues cuando estamos en nuestras casas es cuando nos relajamos con las medidas de seguridad. También que no hay que confiarse en ningún elemento de flotación. «Los manguitos dan falsa sensación de seguridad. Lo que tiene que estar el padre, la madre, el abuelo, quien esté encargado del niño es mantener la distancia de un brazo», asegura Perelló, que añade que «no puedo estar tomando el sol y leyendo una revista mientras está mi hijo en el agua, tengo que estar yo ahí con él y esa es la distancia de seguridad que evita que haya problemas».
Además, remarca que tienen que ser los adultos los que se encarguen de la vigilancia, no otros niños, aunque sean un poco mayores y sepan nadar.
Y para los amantes de darse un chapuzón en ríos y pozas, el responsable de la Federación de Socorrismo y Salvamento de la Comunitat Valenciana subraya que son espacios mucho más peligrosos que las playas. Primero porque normalmente no cuentan con servicio de vigilancia, pero también porque las corrientes son más impredecibles, puede haber obstáculos al fondo.
También Perelló ha hecho referencia a la situación laboral de los socorristas, no ayuda tampoco, un sector sin una regulación específica donde falta una formación más profesional que garantice servicios fiables durante la ocupación.
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